23.4.08

¿Quien es Salvadora Medina Onrubia..?



La historia oficial pretende recordarla sólo como la mujer de Natalio Botana, el célebre director del diario “Crítica”. Otros la llamaron la Venus Roja. Para la pacatería de la “sociedad” porteña de comienzos del siglo xx, fue “aquella a quien no se respeta”, una oveja descarriada. Salvadora Medina Onrubia, bella y apasionada, dueña de un indómito espíritu revolucionario, anarquista y madre soltera, fue una mujer singular que participó en numerosos acontecimientos de la vida política y social de la Argentina, como por ejemplo en las refriegas entre obreros y ejército durante la Semana Trágica, en donde fue oradora de los mitines políticos. Periodista, escritora y poeta. Anarquista y primera mujer encarcelada por motivos políticos, para la Policía Federal Argentina fue el prontuario Nº 21.849 ¿Quién fue en realidad y por qué la historia se empeñó en ocultarla? Nació el 23 de marzo de 1894 en La Plata, y de muy chica vivió en Entre Ríos. Desde joven incursionó en las letras. Y luego de su llegada a Buenos Aires, se iba a destacar como periodista en La Protesta, Fray Mocho, PBT, Crítica y Caras y Caretas; al tiempo que también lo hizo como autora teatral, cuentista y novelista en obras como Akasha, El vaso intacto, El misal de mi yoga, Alma fuerte, La solución, El hombre y su vida y quizás su obra teatral mas personal e interesante: “Las Descentradas”.
Tenía 15 años cuando una tenaz actitud militante en defensa del joven anarquista Simón Radowitzky la llevó luchar incansablemente por su libertad, incluso entrevistandose en la Casa Rosada con el presidente Hipólito Irigoyen,que la respetaba y temía. Participó en la planificación de la fuga de Radowitzky y cuando el libertario ruso fue recapturado, luchó por su indulto hasta lograrlo. La primera carta enviada por el militante anarquista cuando salió en libertad fue para ella. La misma lucha la llevó a participar en la Semana Trágica y en 1930 la dictadura militar la apresó: Fue el 6 de septiembre cuando el general José Felix Uriburu ordenó la prisión. Luego, un grupo de intelectuales argentinos envió una carta al dictador para solicitar “magnanimidad” con Salvadora por “su triple condición de mujer, de poeta y de madre”. Pero ella no estuvo de acuerdo con el pedido y le mandó al general otra carta, desde la cárcel, en la que la que le manifiesta todo su desprecio. Fue díscola, atrevida, contradictoria, transgresora y audaz, un vendaval de pasión circuló a torrentes por sus venas. Fue abuela de otro irreverente escritor argentino, Raul Damonte, mas conocido por el sobrenombre que le pusiera Salvadora: “Copi”.
Mantuvo su pasión y atrevimiento hasta el final de sus días, en 1971

Carta a Uriburu envíada por Salvadora desde la cárcel

En 1931, en Argentina, casi un año después de perpetrado el primer golpe de Estado de nuestra historia, gobernaba el dictador fascista José Félix Uriburu.
Su régimen inauguró el tiempo de la persecución ideológica, la tortura como infame mecanismo de interrogación, la censura y el destierro forzoso de muchos opositores, entre otras bondades autoritarias que con los años se fueron perfeccionando.
Uriburu y su comisario político, Leopoldo Lugones (hijo), cuyo mérito en la función pública fue la introducción de la picana eléctrica y otros métodos de tormento, clausuraron el diario Crítica uno de los periódicos más importantes y sin duda el más popular de la época, y detuvieron a su director propietario Natalio Botana (que en un principio había apoyado el golpe), y a su esposa, Salvadora Medina Onrubia.
Salvadora era periodista, autora teatral, poeta y férrea militante anarquista.
En su lugar de detención, no se calló la boca. Lejos de amedrentarse por la intimidación de sus carceleros, logró escribir, casi clandestinamente una carta dirigida al general Uriburu que, inmediatamente tomó estado público gracias a la filtración de un familiar.
En la valentía de Salvadora, reflejada en ese texto va el homenaje a tantas mujeres de valor que entregaron su sangre para que todo esto cambie de una vez ... alguna vez.

“Gral. Uriburu, acabo de enterarme del petitorio presentado al gobierno provisional pidiendo magnanimidad para mí. Agradezco a mis compañeros de letras su leal y humanitario gesto; reconozco el valor moral que han demostrado en este momento de cobardía colectiva al atreverse por mi piedad a desafiar sus tonantes iras de Júpiter doméstico. Pero no autorizo el piadoso pedido ... Magnanimidad implica perdón de una falta. Y yo ni recuerdo faltas ni necesito magnanimidades.
Señor general Uriburu, yo sé sufrir. Sé sufrir con serenidad y con inteligencia. Y desde ya lo autorizo que se ensañe conmigo si eso le hace sentirse más general y más presidente. Entre todas esas cosas defectuosas y subversivas en que yo creo, hay una que se llama karma, no es un explosivo, es una ley cíclica. Esta creencia me hace ver el momento por que pasa mi país como una cosa inevitable, fatal, pero necesaria para despertar en los argentinos un sentido de moral cívica dormido en ello. Y en cuanto a mi encierro: es una prueba espiritual más y no la más dura de las que mi destino es una larga cadena. Soporto con todo mi valor la mayor injuria y la mayor vergüenza con que puede azotarse a una mujer pura y me siento por ello como ennoblecida y dignificada. Soy, en este momento, como un símbolo de mi Patria. Soy en mi carne la Argentina misma, y los pueblos no piden magnanimidad.
En este innoble rincón donde su fantasía conspiradora me ha encerrado, me siento más grande y más fuerte que Ud., que desde la silla donde los grandes hombres gestaron la Nación, dedica sus heroicas energías de militar argentino a asolar hogares respetables y a denigrar e infamar una mujer ante los ojos de sus hijos ... y eso que tengo la vaga sospecha de que Ud. debió salir de algún hogar y debió también tener una madre.
Pero yo sé bien que ante los verdaderos hombres y ante todos los seres dignos de mi país y del mundo, en este inverosímil asunto de los dos, el degradado y envilecido es Ud. y que usted, por enceguecido que esté, debe saber eso tan bien como yo.
General Uriburu, guárdese sus magnanimidades junto a sus iras y sienta como, desde este rincón de miseria, le cruzo la cara con todo mi desprecio”

Salvadora Medina Onrubia
Cárcel del Buen Pastor, julio 5 de 1931